Uniformes. Capitulo 1

Capítulo 1: Cabello rosado


Con sus dedos rozaba cada rincón de mi cuerpo, sus labios se posaban en los mios con delicadeza y su lengua jugueteaba con la mía. Su cuerpo acostado en el mío embriagandome de su fragancia y calor. Su mirada era pura dulzura y sus cabellos acostados en mi pecho produciendome pequeñas cosquillas y carícias; de sus labios salió un hilo de voz pronunciando mi nombre "Miku..."
Alcé la mirada para adentrarme en sus pupilas celestes y de mis manos caía su fino y bello cabello suelto.
Todo era perfecto hasta que desapareció por un molesto estruendo proviniente de un pequeño inconveniente.

— ¡Hatsune Miku, despierta! — la chirriante voz de la rubia logró despertarme de mi apacible sueño — ¡Qué es el primer día y llegarás tarde!
— Sí, señorita Kagamine — dije con tono burlón al que ella sólo sopló de mala gana — Dame diez minutos y salgo preparada.
— Vale, pero no tardes. Len y yo te esperamos en la puerta — dijo saliendo ya por la puerta del cuarto.
— Que sí, que sí...— dije entre bostezos y estirando los brazos.

Después de estirarme completamente pegué un bote para irme al baño rápidamente a lavarme la cara como todo ser humano al despertarse, o bueno casi todos. Me coloqué en un abrir y cerrar de ojos el uniforme que a partir de hoy llevaría cada día al nuevo instituto que, como todos, sería un mar de aburrimiento. Rápidamente asomé mi rostro en el espejo viendo mi reflejo de cabellos revueltos y mezclado entre si.

— Para arreglar esto tardaré lo mío — suspiré resignada. Con la mano derecha me acerqué el cepillo — ¿Un pelo...rosa? ¿Desde cuando me salen cabellos rosas? — dije pensativa.
— ¡Ya pasaron los diez minutos! — se escuchaba desde la puerta.
— ¡Me falta muy poco! — grité — Mira que es pesada cuando se pone así — murmuré y volví a centrarme en el cabello, pero la impaciencia y el mosqueo que tenía Rin hizo que no pensará mucho e intentase darme más prisas para arreglarme el cabello.

Poco después salí del lavabo para encontrarme a Rin con una cara de pocos amigos y un tímido, o mejor dicho, temeroso Len que me saludaba con una pequeña sonrisa. La verdad es que cuando se irrita Rin que tiemble la tierra pues es Satanás en persona. Sin perder el tiempo cerré la puerta de casa para salir corriendo los tres y no perder el tren que nos llevaría al instituto.

— Lo hemos cogido por los pelos — dijo Len aliviado.
— No nos hubiesemos pegado la carrera si bella durmiente se hubiese despertado antes — dijo de morros Rin.
— Lo siento, lo siento — dije con una  pequeña sonrisa.
— Por cierto Miku, deberías cerrar la puerta con llave por la noche que cualquiera te entra en casa — dijo la rubia soltando un suspiro de resignación.
— ¡Pero si siempre la cierro! ¡¿Además cómo has entrado en mí casa?!
— Me hice una copia por si algo ocurría y mira fue buena idea — dijo la rubia con una sonrisa de superioridad de la cual yo puse morros.
— Es que esta mañana al abrir la puerta nos hemos dado cuenta que no estaba cerrada con llave.
— Pues que raro...
— ¡Chicos que nos bajamos aquí y ahí que correr! — dijo Rin preparando a bajar.
— ¡Sí! — dijimos al unísono el joven Kagamine y yo.

Al bajar del tren todas las personas que veíamos eran prácticamente adolescentes que corrían por no llegar tarde el primer día de clase como nosotros. Todos nosotros parecíamos una manada de perros hambrientos persiguiendo nuestra presa que era la gran puerta del instituto antes de que un gran obstáculo se interpusiera, la verja.

— Por los pelos — dijo cogiendo aliento el rubio.
— Menudo día de carreras por dios — dijo Rin igual que Len.
— ¡Que ya me he disculpado! — dije refunfuñando.
— Según la hoja que recibimos ayer estamos los tres en la clase A.
— Y yo también — dijo una nueva voz muy conocía por nosotros. Aquella voz procedía de una joven de la misma edad que nosotros cuyos ojos eran de color miel y cabello rubio recogido en una cola al lado.
— ¡Akita Neru cuanto tiempo! — dijo el Kagamine entusiasmado.
— Sí, ya, bueno. Voy tirando — dijo sin mucho entusiasmo sin apartar la mirada de su móvil.
— La misma de siempre — dijimos al unísono Rin y yo divertidas.

Nos adentramos dentro de los grandes muros que formaban el intituto y fuimos dirigidos a la sala de actos donde, usualmente,  cada año recitan el gran discurso que muy pocos prestan atención. Después de aquel tedioso discurso nos presentaron al tutor de cada clase y nos dejaron libres por el instituto para que nos acostumbráramos a él, aunque muchos al acabar la presentación se fueron.

— ¡Hey chicos! — dijo una voz a lo lejos proveniente de una joven mayor a nosotros de cabello corto de tono rojizo y ojos del mismo color. No estaba sola.
— ¡Sakine Meiko! — gritó Rin al verla. Meiko y Rin eran conocidas como el dúo explosivo, si una enfadada daba miedo, las dos juntas ya ni nombrarlas.
— ¡Kaito Shion! — gritó el último rubio entusiasmado.
— Vuestro primer año aquí ¿eh? — dijo divertida la pelirroja — Nosotros somos los mayores aquí, así que os toca respetarnos — dijo entre risas. Neru giró la cara molesta.
—  Al principio cuesta un poco, pero ya vereis como os acostumbraís rápido — dijo revolviendo el cabello de Len y haciendo un gesto para que se acercará.
— ¿Qué pasa?
— ¿Has visto alguna chica guapa por aquí? — dijo murmurando el mayor. Len negó con la cabeza — Pues ves a ver a la enfermera en prácticas que esta hecha toda una mujer de cabeza a pies y bien dotada como debe ser — dijo asintiendo la cabeza satisfecho con los brazos cruzados.
— ¿Se puede saber de que estaís hablando vosotros dos? — dijeron al unísono el dúo explosivo con cara de pocos amigos.
— ¡Nada! ¡Sólo le comentaba que podríamos hacerles de guía para que conozcan un poco el instituto y sepan orientarse un poco al menos! — dijo nervioso Kaito.
— Pues visitar la enfermeria sería buena idea ya que es muy importante saber a que sitio ir si ocurre algún accidente — dijo Len apoyando a Kaito. Las caras de Rin y Meiko no parecían tan seguras de lo que decía el rubio.
— Bueno, tarde o temprano iremos a la enfermeria así que por mi perfecto. ¿Qué dices Neru?
— Os acompaño, al fin y al cabo no tengo nada más que hacer.
— ¡Pues vamos! — dije alzando el brazo con fuerza animada.

Cada vez que nos acercabamos más a la aula donde se situaba la enfermería más estudiantes curiosos encontrabamos queriendo saber el rostro de la joven que habitaba en aquellas cuatro paredes durante las horas que serían de clase y entre empujones pudimos abrirnos paso. Meiko con sus gritos y su gran cáracter pudo despejar un poco la zona acompañada de la joven Rin. Len como Kaito iban tumbados en el suelo pasando por debajo de la multitud como si se tratasen de soldados del ejército hasta que lograron llegar a primera fila. Neru ni lo intentó, se quedó atrás a esperar que la multitud se esparciera, pero no mostraba muchas ganas tampoco. Yo, finalmente llegué a primera fila por un empujón que recibí por la espalda echandome de golpe donde caí de culo al suelo.

— ¡Qué daño por dios! — dije frunciendo el ceño molesta por el golpe.
—¿Estás bien?  — dijo una voz agradable, fina y serena. Al escuchar la voz alcé la mirada para contemplar a la mujer que se posaba delante mío con la mano extendida.
— Un cabello rosado...

Al verla no supe más que decir. Aquella melena rosada recogida por una pequeña cinta negra y notar como sus pupilas celestes se clavaban en las mías dejandome sin más palabras que decir... Ese cabello rosado ya lo había visto en algún lugar...